Simone de Beauvoir y el segundo sexo, cuestión
de género, es prolongación del existencialismo. No es feminismo diferencialista, es visión del mundo que aclara su compromiso con su trabajo. Su historia la marca
ya que se independizó como mujer después de la guerra. La familia se queda
arruinada y debe ella salir adelante para recuperar su vida. Ella tuvo que trabajar
y quiere ser escritora famosa, su ambición busca igualar al lado masculino
dominante. Su encuentro con Sartre es determinante y su guía la lleva al
desarrollo que buscaba. El existencialismo entiende al hombre como constructor
de su esencia y de sus decisiones de vida que le dan carácter. La función del
hombre la determina él mismo de manera independiente. Esta función señala su
esencia que el hombre determina a diferencia de los objetos pues la existencia
precede a la esencia y su función. Esta libertad abre la naturaleza del hombre.
El existencialismo de Sartre y de Beauvoir es ateo y depende sólo del hombre.
Nuestra conciencia nos da permiso de ser constructores de nuestro destino a
través de nuestras elecciones. Elegimos dónde desarrollarnos y nuestro ambiente
de desarrollo. Podemos cuestionar la posibilidad real de decidir porque podemos
salirnos del determinismo, incluso entonces como mujeres nos dice Beauvoir. Dotados
de conciencia no estamos determinados. De manera lógica el feminismo de
Beauvoir no es determinado, no es de esencialismo, nosotros determinamos
nuestro destino y nos construimos. El feminismo diferencialista dice que las
diferencias son hormonales y de todo tipo, predeterminadas, y este feminismo
rechaza las jerarquías que se atribuyen a estas diferencias. Beauvoir no acepta
estas diferencias, para ella nos construimos por completo incluyendo todas
nuestras características. Estas discusiones son ontológicas. Tenemos como mujeres
las mismas posibilidades que los hombres y construimos lo que queremos ser en
todo sentido sin naturalezas predeterminadas ni roles sociales. Beauvoir
rechaza todo determinismo y ello es en contra incluso de lo que la naturaleza
parecía haber decidido para nosotros. La técnica nos libera de lo biológico y
nos desanimaliza para alejarnos de la idea de inferioridad de la mujer pasiva
que sólo procrea. La naturaleza animal de la mujer la hace dependiente en su
debilidad, se queda en el hogar y el hombre se independiza y sale. La
sexualidad masculina conquista y domina, la mujer recibe y es dependiente. Pero
el existencialismo se libera de todo ello. No se aceptan estos roles y las
mujeres pueden elegir no repetir la vida y pueden crear y recrearse. Las
sociedades modernas ya no necesitan de los roles de hombres y mujeres, pueden
decidir en igualdad la libertad humana. De aquí surgen las preguntas para lograr
la libertad de las mujeres y de todo humano. Necesitamos preguntarnos sobre las
limitantes a las cuales nos enfrentamos y no nos dejan liberarnos. Los
obstáculos en las sociedades modernas son muy variados y nos dominan de
diferentes maneras que en especial se centran en actitudes egoístas de
desarrollo que prefieren obstruir el desarrollo de todo otro para despojarlo de
su esencia humana y capacidad de autodeterminarse para explotarlo. Me parece
que podemos construirnos en libertad sin olvidar nuestra parte sensible,
desarrollando la paciencia y la capacidad de autocontrol. Reconociendo nuestra
humanidad en cuerpo y alma, en razón y corazón, atentos en particular al
cuidado de todo otro, desarrollándonos para asistirlo y no desde una visión
egoísta más.
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