Grace Nehmad

miércoles, 15 de septiembre de 2021

Buscar esencias existenciales en el otro

 

 

Blaise Pascal es filósofo y hombre de ciencia, matemático. Publica un tratado de geometría y reflexiona sobre el amor y la fuerza de vida. Tiene una noche de fuego y piensa en la relación entre el corazón y la razón. Se interpreta y resignifica esta idea en él. No comprendemos el amor, es misterioso y nutre el arte y la literatura desde siempre. Se busca a través de él vivir la experiencia del absoluto. La razón camina hacia otros destinos. El corazón, en cambio, es absurdo y aberrante y es lo que tiene que ser. En él no hay lógica ni coherencia, es fatalidad. El amor le quita la decisión a la razón y no es la evaluación de las cualidades del otro. Hay una erupción volcánica y de ahí vivimos el amor. Los criterios abundan y le encontramos cualidades al que amamos y no al revés. Se trata de reacciones fisiológicas y buscas causas objetivas inexistentes. El amor precede a la razón, es irracional. El amor excede todo análisis. Para Schopenhauer es la razón para optimizar nuestra descendencia y reconocer en el otro la preservación de nuestros genes. Reconocemos en el otro la mitad que nos completa de manera inmediata, lo sentimos y es sentimiento y razón unidos en ese caso. Ese caso va más allá de todo cuestionamiento. La reflexión es el arte de evidencia, reconocer la verdad en certeza desde el sentimiento, sin explicación. Es un saber inmediato. La razón va en este caso a conocer por el corazón. Dice Pascal que la razón confirma lo que el corazón siente. La fe sabe de estas verdades certeras que van más lejos. Son evidencia y postulado, verdades del corazón. Una cadena de evidencias se suceden unas a otras desde las preguntas científicas y la percepción está en otro lugar. El sentimiento no es impresión, son diferentes. Es saber del cuerpo y saber del corazón. Para Pascal al corazón no se le puede engañar, es experiencia mística. Tenemos que aprender a escuchar al corazón y no tratar de buscar racionalizar lo emocional. Si se igualan razón y corazón, el saber se vuelve transmisible y universalmente válido. Lo racional es el método para llegar al objetivo, pero las verdades del corazón no se pueden combatir. La razón la orientamos a lo que queremos demostrar lógicamente por interés. Nuestros razonamientos son eje para explicarnos y dar razón a los intereses. Lo verdadero está en el fondo de nosotros y nos recuerda al corazón, lo que realmente somos sin necesidad de demostraciones. Por ello es importante dejarnos sacudir por el corazón de cuando en cuando y cuestionar derroteros, alejarnos de toda lógica e intereses y volver a nuestra esencia, sentido básico existencial. Normalmente el otro es el que sacude al corazón y cuestiona derroteros existenciales. Demos entrada a estas sacudidas y reubiquemos siempre la existencia para servir a otros de la mejor manera posible.



En el abrazo del otro cuestionamos derroteros

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