Grace Nehmad

miércoles, 28 de abril de 2021

Entre el absurdo y el existencialismo, volver a las nubes

 

Las nubes invitan al amor y a esencias que se escapan. Todo mundo vive en su cabeza y las nubes nos dan luz y nos permiten estar en movimiento y reinventarnos, son dudas que entran en el ser interior y cuestionan, que nos dan luz y fuerza de ser y retornar a nuestro centro sin olvidar nuestro entorno y el rostro de todo otro para asistirlo. A través de ellas superamos el absurdo existencial de Camus y volvemos a la unión cuerpo-alma.

Sartre y Camus son amigos y después se separan en sus opiniones de izquierda. Camus critica el existencialismo de Sartre y divergen y vemos que el existencialismo y el absurdo son diferentes. El absurdo es para Camus multifacético y su obra literaria está muy presente actualmente. Hay un problema serio de vida y es el del  suicidio y su radicalidad. Es la pregunta de para qué vivir y el absurdo toca a la raíz de nuestra condición humana y de nuestro ser. El absurdo es serio y una experiencia intensa que no se comprende su fuerza más que en carne propia. El absurdo y el valor de la propia vida son experiencias individuales. ¿La muerte es dolorosa?¿Por qué le damos valor a la vida? Es su carácter sagrado y la prohibición de la muerte lo que nos atrae. Es un absoluto y una vida sagrada lo que nos impulsan a vivir. Todo ser viviente puede cuestionarse y su instinto de conservación y perpetuación de sí mismo lo empujan a ello. Sagrados son nuestros intereses y deberían ser los del otro. Traducimos a conceptos y valores nuestros intereses biológicos, nuestro interés visceral a la vida. Nos programamos porque nos atamos a la vida y con cierta irracionalidad. Evitamos la confrontación radical. La religión se crea para responder enigmas fundamentales de la vida y la muerte y soportar en fe el absurdo sostiene Camus. La fe da sentido. El hombre absurdo no quiere comprender. El hombre como ser consciente y sujeto a la muerte se cuestiona. Estos dos aspectos son la base del absurdo de la existencia. El hombre busca sentido y hay silencio del mundo hacia el hombre. Es transformar lo desconocido en conocido. Los animales no tienen conciencia de la muerte y no hay dudas ni angustia existencial para ellos.

La conciencia es donde nace la duda y la búsqueda de la razón existencial. Tenemos dolor de ser y somos personas que quieren respuestas. La muerte rompe la permanencia y ahí se rompe la razón, nuestro temperamento es idealista y el mañana no rompe la vida, idealizamos eternidad y así vivimos y volteamos para no ver el absurdo de sentido de lo que implica la muerte. El deseo de sentido cuestiona al cielo y a las nubes para buscar finalidad. La religión nos salva porque propone una razón de amor de Dios que da sentido a la existencia. Los existencialistas en cambio, se recargan en la razón y en la existencia con su sentido temporal, efímero, en  el vivir para hoy y tal como se vaya dando, aprovechando instantes. El absurdo sí se relaciona más con el suicidio pues ahí nada tiene sentido, ni el instante y todo se torna irrelevante.

En cambio, en el existencialismo no hay Dios, pero hay hombre y razón y finalidad temporal, por eso no podemos confundir a Camus con Sartre, aunque podemos comprender su afinidad inicial y rompimiento posterior. Es verdad que quizás no sea necesario romper con todo otro, sino aprender a aceptarnos y ayudarnos en amor.

Quizás aún el absurdo viva feliz desde su apreciación de instantes sin sentido, pero al final está alguien para observar y que ama observar y reflexionar absurdos y cuestionar. Volver a las nubes siempre nos elevará y nos ayuda a aceptar la diversidad y a solidificar las propias creencias y sostener la propia fe y el propio acercamiento al mundo, a todo otro para asistirlo al estilo levinasiano.



Fuerzas ocultas despiertas dudas, nubes en movimiento buscan sus luces y color 
para asistir a todo otro en amor



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