Las nubes invitan al amor y a esencias que se escapan. Todo
mundo vive en su cabeza y las nubes nos dan luz y nos permiten estar en
movimiento y reinventarnos, son dudas que entran en el ser interior y cuestionan, que
nos dan luz y fuerza de ser y retornar a nuestro centro sin olvidar nuestro
entorno y el rostro de todo otro para asistirlo. A través de ellas superamos el
absurdo existencial de Camus y volvemos a la unión cuerpo-alma.
Sartre y Camus son amigos y después se separan en sus
opiniones de izquierda. Camus critica el existencialismo de Sartre y divergen y vemos que el existencialismo y el absurdo son diferentes. El absurdo es para Camus multifacético
y su obra literaria está muy presente actualmente. Hay un problema serio de vida y es el del suicidio y su radicalidad. Es la pregunta de para qué vivir y el absurdo toca a
la raíz de nuestra condición humana y de nuestro ser. El absurdo es serio y una
experiencia intensa que no se comprende su fuerza más que en carne propia. El absurdo y
el valor de la propia vida son experiencias individuales. ¿La muerte es dolorosa?¿Por qué le damos valor a la
vida? Es su carácter sagrado y la prohibición de la muerte lo que nos atrae. Es un absoluto y
una vida sagrada lo que nos impulsan a vivir. Todo ser viviente puede cuestionarse y su instinto de
conservación y perpetuación de sí mismo lo empujan a ello. Sagrados son nuestros intereses y deberían ser los del otro. Traducimos a conceptos y valores nuestros intereses biológicos, nuestro interés visceral
a la vida. Nos programamos porque nos atamos a la vida y con cierta
irracionalidad. Evitamos la confrontación radical. La religión se crea para
responder enigmas fundamentales de la vida y la muerte y soportar en fe el
absurdo sostiene Camus. La fe da sentido. El hombre absurdo no quiere comprender. El hombre como ser consciente y sujeto a la muerte se cuestiona. Estos dos aspectos son la base del absurdo de la existencia. El hombre
busca sentido y hay silencio del mundo hacia el hombre. Es transformar lo
desconocido en conocido. Los animales no tienen conciencia de la muerte y no
hay dudas ni angustia existencial para ellos.
La conciencia es donde nace la duda y la búsqueda de la
razón existencial. Tenemos dolor de ser y somos personas que quieren respuestas.
La muerte rompe la permanencia y ahí se rompe la razón, nuestro temperamento es
idealista y el mañana no rompe la vida, idealizamos eternidad y así vivimos y
volteamos para no ver el absurdo de sentido de lo que implica la muerte. El
deseo de sentido cuestiona al cielo y a las nubes para buscar finalidad. La
religión nos salva porque propone una razón de amor de Dios que da sentido a la
existencia. Los existencialistas en cambio, se recargan en la razón y en la
existencia con su sentido temporal, efímero, en el vivir para hoy y tal como se vaya
dando, aprovechando instantes. El absurdo sí se relaciona más con el suicidio
pues ahí nada tiene sentido, ni el instante y todo se torna irrelevante.
En cambio, en el existencialismo no hay Dios, pero hay
hombre y razón y finalidad temporal, por eso no podemos confundir a Camus con
Sartre, aunque podemos comprender su afinidad inicial y rompimiento posterior. Es verdad que quizás no sea necesario romper con todo otro, sino aprender a aceptarnos y
ayudarnos en amor.
Quizás aún el absurdo viva feliz desde su apreciación de
instantes sin sentido, pero al final está alguien para observar y que ama
observar y reflexionar absurdos y cuestionar. Volver a las nubes siempre nos elevará
y nos ayuda a aceptar la diversidad y a solidificar las propias creencias y
sostener la propia fe y el propio acercamiento al mundo, a todo otro para
asistirlo al estilo levinasiano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario