El nihilismo en Schopenhauer es la resonancia
del concepto, aunque no lo aborde directamente. En el mundo como voluntad coexiste
con la nada del otro lado. Son los extremos de vida y muerte. Quizá Nietzsche
no lo quiso comprender así. Schopenhauer tardó es ser leído, después, era leído
como central e impresionaban sus extremos, no era como los otros. Se equivocó
de patria quizás, su obra es una bifurcación. Estaba sólidamente implantado en
la filosofía de su tiempo siendo tan crítico y diferente. No quiere penetrar la
cosa en sí, lo genial era saber que era el opuesto de la representación la voluntad
y hasta ahí. Me gusta esta reflexión que no es conocer, es hablar del espacio
negativo de alguna manera. Es hablar de lo que es y de lo que no es y tomar consciencia de ello. Este
juego de lo que es y de la representación es descentrarse para concientizar y
aprender a ver diferente. La voluntad como identidad y naturaleza en su
expresión y por otra parte su representación. Puede ser visto como vida
orgánica y vida animal. El desarrollo de la medicina tuvo su influencia en la
mentalidad intelectual y se deja sentir. Son testimonios de la voluntad como
animales superiores sofisticados que desean y se diferencian del resto de los
seres vivientes. El egoísmo es intenso en este enfoque y Schopenhauer quiere salvarle
su moral y no quiere apoyar el suicidio, dice que eso sería tomarse demasiado
en serio a la vida y para él era importante mantenerse a la distancia de la
depresión. Su mirada filosófica es desapegada, es el retiro para ver y apreciar
fríamente. El mundo como voluntad es una obra enorme. Ahora que estamos en
transición, entrando de nuevo al mundo de la acción y combinándolo todo, son
interesantes estas reflexiones. ¿Cómo aproximamos nuestro entorno y leemos lo
que nos pasa? ¿Cómo nos adaptamos a estos cambios? ¿Cómo nos mantenemos a sana
distancia desde una mayor acción? Debemos tomarle el gusto de nuevo a nuestra
voluntad de vivir, de salir y de intercambiar desde un lugar presencial. Todo
se aproxima y no estamos listos para cacharlo. Somos llamados a acomodarlo todo
y activarnos desde el compartir en bondad, desde el tener el espacio negativo,
la representación más cercana y atreverse de nuevo a expresar. Me siento como
emergiendo de la cueva, nada lista, y estas reflexiones de Schopenhauer me sientan
de maravilla. Esa voluntad de vivir en su expresión desfogada debe contenerse
para dar el espacio a otros. Salir de la cueva para dar y escuchar cuando lo
que se antoja es ya definitivamente quedarse en esta pausa, pero sería
decadente, necesitamos del movimiento, el ruido y las calles, regresar a
existir y a desear y no a dejarnos absorber por la nada. No caer en el encierro
y la depresión disfrazada. Podemos olvidarnos de la languidez existencial que
nos hizo ver la vida desde una ventana empañada y comenzar el retorno. Por eso
los grandes filósofos son clásicos porque nos apoyan para repensarnos y
plantearnos nuevas preguntas de vida y seguir enfrentándola desde la acción y
en especial para asistir a todo otro, nos diría Levinas. Somos llamados a salir
de nuestro letargo y dar y combinarnos en amor.
Tejer nuevos cielos con las ventanas abiertas puestas en la acción para ayudar a otros
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