Grace Nehmad

lunes, 26 de abril de 2021

En esta transición de pandemia nos ayuda Schopenhauer a repensarnos

 

 

El nihilismo en Schopenhauer es la resonancia del concepto, aunque no lo aborde directamente. En el mundo como voluntad coexiste con la nada del otro lado. Son los extremos de vida y muerte. Quizá Nietzsche no lo quiso comprender así. Schopenhauer tardó es ser leído, después, era leído como central e impresionaban sus extremos, no era como los otros. Se equivocó de patria quizás, su obra es una bifurcación. Estaba sólidamente implantado en la filosofía de su tiempo siendo tan crítico y diferente. No quiere penetrar la cosa en sí, lo genial era saber que era el opuesto de la representación la voluntad y hasta ahí. Me gusta esta reflexión que no es conocer, es hablar del espacio negativo de alguna manera. Es hablar de lo que es y de  lo que no es y tomar consciencia de ello. Este juego de lo que es y de la representación es descentrarse para concientizar y aprender a ver diferente. La voluntad como identidad y naturaleza en su expresión y por otra parte su representación. Puede ser visto como vida orgánica y vida animal. El desarrollo de la medicina tuvo su influencia en la mentalidad intelectual y se deja sentir. Son testimonios de la voluntad como animales superiores sofisticados que desean y se diferencian del resto de los seres vivientes. El egoísmo es intenso en este enfoque y Schopenhauer quiere salvarle su moral y no quiere apoyar el suicidio, dice que eso sería tomarse demasiado en serio a la vida y para él era importante mantenerse a la distancia de la depresión. Su mirada filosófica es desapegada, es el retiro para ver y apreciar fríamente. El mundo como voluntad es una obra enorme. Ahora que estamos en transición, entrando de nuevo al mundo de la acción y combinándolo todo, son interesantes estas reflexiones. ¿Cómo aproximamos nuestro entorno y leemos lo que nos pasa? ¿Cómo nos adaptamos a estos cambios? ¿Cómo nos mantenemos a sana distancia desde una mayor acción? Debemos tomarle el gusto de nuevo a nuestra voluntad de vivir, de salir y de intercambiar desde un lugar presencial. Todo se aproxima y no estamos listos para cacharlo. Somos llamados a acomodarlo todo y activarnos desde el compartir en bondad, desde el tener el espacio negativo, la representación más cercana y atreverse de nuevo a expresar. Me siento como emergiendo de la cueva, nada lista, y estas reflexiones de Schopenhauer me sientan de maravilla. Esa voluntad de vivir en su expresión desfogada debe contenerse para dar el espacio a otros. Salir de la cueva para dar y escuchar cuando lo que se antoja es ya definitivamente quedarse en esta pausa, pero sería decadente, necesitamos del movimiento, el ruido y las calles, regresar a existir y a desear y no a dejarnos absorber por la nada. No caer en el encierro y la depresión disfrazada. Podemos olvidarnos de la languidez existencial que nos hizo ver la vida desde una ventana empañada y comenzar el retorno. Por eso los grandes filósofos son clásicos porque nos apoyan para repensarnos y plantearnos nuevas preguntas de vida y seguir enfrentándola desde la acción y en especial para asistir a todo otro, nos diría Levinas. Somos llamados a salir de nuestro letargo y dar y combinarnos en amor.


Tejer nuevos cielos con las ventanas abiertas puestas en la acción para ayudar a otros

No hay comentarios:

Publicar un comentario