Grace Nehmad

lunes, 18 de febrero de 2019

El extranjero

En un mundo globalizado ya no sólo Israel es país de migrantes, se trata de una proyección internacional de migración intensa que nos obliga a reflexionar el tema del extranjero, de la alteridad, de todo otro. “Porque extranjero fuiste en la tierra de Egipto” nos dice el Tanaj, hoy debemos cuidar especialmente de todo extranjero y no abusar de él. Nos recuerda Levinas, después del Holocausto debemos de abandonar el egoísmo Heidegeriano de la revelación del Ser en el aislamiento que lleva a la violencia y a la incapacidad de convivir en sociedad y enfocarnos en la responsabilidad de ayudar a todo otro. Nos dice Levinas, como en los hermanos Karamazov (novela de Dostoyevsky), “todos somos responsables y yo más que otros.”
Así, nuestra misión en el mundo es atender a ese otro, a ese rostro que nos interpela. Se trata de la viuda, el anciano y el huérfano, del extranjero. No se trata de buscar simetría y amor para beneficio personal en toda relación, aquí se trata de ser elegido para asistir a todo otro como misión divina de vida.
Descentrarnos de nuestro egoísmo nos permite tender puentes de ayuda y en el medio, una teoría moderna de la vecindad habla de la reserva( Simeule, France culture, le voisinage) de una distancia sana de respeto que permite la convivencia constructiva y evita la violencia. Una fina línea se teje entre el vecino que coopera y ayuda y aquel que delata y violenta como en el nazismo. Derrida también nos habla de la deconstrucción. Él vivió el racismo en Argelia y busca llegar a la raíz del lenguaje como Lacan quien sostiene que desde ese lugar simbólico se logra la comunicación sana entre humanos y evitar las plagas del capitalismo y de la globalización.
En el rostro de todo otro no veo ni el color de los ojos, veo el alma y así ese rostro que me interpela se torna bello por sus cualidades espirituales que lo enaltecen como es el caso de la Sara bíblica cuyo rostro resplandecía de virtud y gracia divina.

En su discurso de 2018, nos dice Rivlin, presidente de Israel, estamos viviendo otro Israel que el recién creado en 1948 y hoy se trata de reconstruir el Estado desde aquello que nos une y no desde nuestras diferencias que se multiplican. Unir en amor nos hace crecer y nos empuja desde la ayuda antes que el egoísmo, desde el amor y la elevación espiritual con límites claros de reserva en toda vecindad para lograr la cooperación y no llegar a la violencia y a la destrucción. En esta muestra en el marco del congreso internacional de filosofía, he querido explorar en pintura y poesía estos conceptos relativos al extranjero que es mi espejo y me atrae y repele a la vez porque le reclamo sus diferencias y similitudes y me inspiro en ellas a la vez. La idea es que todo espectador tenga la oportunidad de cuestionarse estos aspectos al verse internamente reflejado en la obra para dialogar consigo mismo y elevar su nivel de conciencia en particular, en sus relaciones con todo otro.

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