Para Bergson la materia es soporte de lo
espiritual. La duración es un fluir del tiempo. Entra en confrontación con la
filosofía de su tiempo a través de su concepción novedosa del tiempo. Combate los
enfoques positivistas de su época. Los datos del cerebro en conciencia para él no
son datos sino herramientas conceptuales, flujo de conciencia. Hay un tiempo de
la ciencia objetivo como en Kant y por otro lado, para Bergson está la
experiencia real de la vida. La hora en ese sentido es duración y no es un
tiempo homogéneo. Se enfrenta así con el tiempo objetivo. Para Bergson hay
actividad de intuición e inteligencia. Los conceptos son construcciones o
reducciones que aplicamos, pero la intuición es percepción directa. Entonces
esta experiencia es de un tiempo interno. El tiempo es mapa no es la ciudad ni
su experiencia del lugar. Estar es experiencia directa, la duración real y con
la espacialización del tiempo proyectamos lo vivido en una línea espacial y lo
divido en segmentos para observarlo. El tiempo es nuevo y no es espacio, es
sólo para representarlo que se espacializa.
Así, persiste la continuidad de estados perceptivos
que se transforman y cambian en constante evolución. El tiempo en duración es cambiar,
madurar, crearse en memoria, conciencia y percepción. Su perspectiva entiende a
los instantes distintos, no son iguales desde el sujeto que es libre y en voluntad.
No hay equivalencia entre lo físico y lo psíquico. La tarea de la filosofía es
limpiar los conceptos y vivir las experiencias directas.
Afirma que los recuerdos no se fijan y
acumulan. El cerebro lo estudia en particular, pero es tarea inacabada es
espiritualista y sí es compatible con la neurociencia actual. La calidad en su
escritura y su propuesta clara que se diferencia del tiempo objetivo dejan
huella.
Esta duración es la que Levinas acepta e
incorpora en su teoría del otro. Somos y nos reconocemos en el instante uno y
en el dos abrimos nuestra duración al tiempo del otro, al infinito en su
rostro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario