Marineros en encuentro infinito
con sus abismos interiores,
no entienden de calles. En sus
escalas fugaces buscan desesperados
la plenitud de sus monólogos de mar.
En cambio en la ciudad el ruido
es intenso y nuestros monólogos huecos.
Me gustaría vivir esa tierra de agua,
aunque no sé si ellos se sientan presos
del mar, como yo de la ciudad.
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