Hay muchas puertas para nosotros.
Cada una contiene un número
dado de personajes con un libreto
específico. En la infancia los representábamos sin miedo,
de manera sana y fluida,
entrábamos y salíamos de los
escenarios sin más.
Crecemos y cada puerta parece
devenir la entrada a una especie
de mundo definitivo con vientos
pesimistas. Hemos perdido la frescura
de los niños.
Desde ahora escogeré mis libretos
para representarme una existencia abierta.
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