Un árbol me regala
sus hojas cada mañana.
Desde la ventana
de mi cuarto alimenta
mis sueños, acaricia la mirada.
En casi todo me equivoco,
a veces la pena de cometer
ciertos errores me corta
la inspiración.
Para mi árbol no hay errores.
En él regreso al centro
de mi esperanza.
Enviado desde mi iPhone
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