Un deseo constante
de volver al origen
me hace difícil
mi terrenalidad.
Quiero las ventanas para volar
y los espejos para verme por
dentro y por fuera.
Detesto que me encasillen.
Siento sus cadenas corromperme,
me pesan sus límites exagerados,
¿dónde la tierra de nuestros
encuentros programados, constantes
y espontáneos?
En libertad, de nuestros acuerdos
florecen las diferencias
que nos enriquecen.
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