Las noches de la vida se repliegan al silencio y el irse al interior es más sencillo. Las tradiciones espirituales lo valoran mucho y buscan métodos de trabajo que tratan de ser uno con Dios y no es fácil lograr el silencio interior. Se trata de un camino intenso que va más lejos y busca prácticas interiores que lleven a lo esperado, al encuentro espiritual esperado, libres de miedo. Queremos escuchar lo inefable y llegar al espíritu humano desde el vacío. Los sonidos son importantes y entrar en ellos de manera profunda, conectar el alma al cuerpo en ellos como puente de la mente. Es verdad que no podemos ir tan lejos en el ruido citadino. Quizás sólo logramos ciertos espacios de silencio para acceder al absoluto. Necesitamos no distraernos y ser minimalistas. Me parece una intensa batalla de trabajos interiores que deben enfrentar al ruido exterior. Sin embargo, veo mi vida unida a mi familia y sólo puedo buscar intermedios en un ir y venir del silencio interior a la familia y a la comunidad. No imagino perderme sin boleto de regreso para compartir la luz y sanar a todos en redención desde mi tradición.
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