Moral
Shaaré teshuva, de Rabenu Yoná, capítulo 3
Cuando el maldicente se arrepienta debe pedir perdón a quien dañó con su lengua, aunque nunca recordarán cuántos fueron porque fueron muchos los que dañó y muchas almas las que afligió… por eso la maledicencia se compara con la flecha, porque quien estira la cuerda del arco y dispara muchas veces, no sabe la quién le da.
Pienso que debemos cuidar mucho la palabra y hacer el esfuerzo para hablar menos, más preciso, y escuchar más.
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