De musarito semanal:
Cuando el Creador terminó de crear el mundo dijo: Hagamos un hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza. El Zóhar explica que la palabra “hagamos” significa que el Hacedor quería que la persona tuviera la característica de cada uno de todos los seres vivientes. Cada ser existente “aportó” una parte de sí para formar al hombre. Por eso está escrito: hagamos al hombre, porque todos los seres vivos fueron “socios” en su creación. Encontramos entonces que el hombre tiene en su interior las características y las fortalezas, de cada uno de los animales: ya sean bestias, aves, reptiles, insectos..., en fin, una mezcla de todos los seres que existían antes de que el hombre fuera creado. Es sabido que el entendimiento de los animales es limitado, no actúan acorde a un pensamiento y voluntad, viven conforme a un instinto que el Creador grabó en su interior, y no tienen ningún objetivo de vida, su único afán es subsistir. A pesar de que estos seres son inferiores a las personas, tienen cualidades positivas que viven en lo profundo de su esencia.
El hombre es un ser pensante, tiene intelecto y en consecuencia tiene la capacidad de elegir y decidir, cuándo y cómo actuar.
Pienso que lo que vemos fuera, lo llevamos dentro y es nuestro reflejo en esta sociedad divina, también a todo otro y por ello con más razón debemos amarnos los unos a los otros en una coexistencia, en cocreatividad. Nuestro pensamiento y elección nos dan más responsabilidades y por ello debemos estudiar más y elegir mejor a cada paso en amor y acción, tomando en cuenta nuestras raíces y transmisión desde el encendido de la luz eterna de la menorá que nos representa.