Lloro sin razón.
Despierto con el corazón
apretado. Mi alma no quiere
regresar al cuerpo.
Letargo. No la siento dentro.
Arrastro al cuerpo y comienzo
a rezar. Poco a poco se dibuja
una sonrisa en mi frente,
mi tercer ojo se activa.
Aquí y allá me siento más
tranquila. Mi día será de lunas.
Sólo así me atrevo a vivirlo.
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