Grace Nehmad

sábado, 28 de enero de 2017

Esperando a su hijo

Miriam se había despertado temprano. Eso le costaba algo de trabajo. Tardaba en sentir a su alma completamente dentro del cuerpo. Daba su agradecimiento a Dios por haberle devuelto la conciencia después del sueño y ni así se aceleraba su proceso de volver en sí. Paciencia. Miriam, recordó sus sueños de la noche anterior mientras preparaba su café matutino, nada de experiencias mágicas últimamente. Entonces, prefería revivir su sueno bailando con la torá. Sus letras la abrazaban y su plenitud la extasiaba de nuevo mientras su café estaba listo. Recitó en voz alta el resto de sus plegarias de la mañana. Después, con su café cerca, entonó sus primeras canciones del día, amaba cantar. Su mirada se perdió en el horizonte. Un pajarito se acercó a darle los buenos días y Miriam lo acarició con sus cantos. El día soleado la invitó a dejar la casa lo más pronto posible. Aunque su hijo estuviera en Israel, Miriam iba al deportivo los sábados como lo hizo desde que nació. Ahora y desde hace algún tiempo, Miriam se daba permiso de realizar sus propias actividades en el deportivo, de hecho, ya en la mayor parte de sus días. Las comidas y eventos familiares la absorbían, pero su tiempo individual se había expandido de manera dolorosa. Shabat en familia era lo que más disfrutaba. Muchos espacios de convivencia le gustaban y cada una de sus actividades, pero su existencia se sentía especialmente sola en estos momentos. Probablemente todas las mujeres con hijos grandes se sentían igual. Se trataba de un hoyo en el vientre, de un ombligo triste y solitario. Su sobrina le prometió traerle a su hija de cuatro años a casa para pintar, prometía ser una bella oportunidad para las dos. Prometía devolverle a Miriam algo del calor y la alegría que sintió cuando crió a su hijo. La vida moderna era un espejismo. Miriam prefería recargarse en sus tradiciones y cultivarse de distintas maneras aprovechando la apertura de su comunidad hacia cierto nivel de cultura exterior. De todas maneras, aunque todas sus combinaciones tradicionales y modernas eran maravillosas, nada llenaba el vientre materno abandonado por la existencia. Posiblemente los nietos restablecen esa ecuación, mientras tanto, Miriam pondría todo su empeño en sacar adelante su día y colmarlo de bellos parches existenciales. Miriam se prometía un día simple y elevado. Pronto regresaría su hijo de Israel y seguramente su ombligo se curaría en parte. Su existencia moderna y tradicional era plena de manera intermitente, aunque Miriam no perdía la esperanza de conseguir mejores resultados para su ecuación de vida y estabilizar sus extremos. Pero sobre todo, ¡ya que regrese su hijo!

No hay comentarios:

Publicar un comentario